Redacción
José Miguel Cubero ya puede dormir tranquilo. Las pesadillas de las finales ante Alajuelense son parte del pasado para el recuperador rojiamarillo, quien mandó a la red el gol decisivo para el título florense.
El jugador celebró con euforia, besó el escudo, gritó con el alma, sintió como ese enorme peso desapareció de su espalda para penetrar en el corazón de la feligresía en las gradas, incontenible ante el gol de su ídolo.
"Estas son oportunidades que regala Dios. Tenía muchas ganas de ser campeón de nuevo", reconoció Cubero.
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Cubero había sufrido las peores desgracias del Team ante su archirrival. Primero, cuando erró el penal en la final del Invierno 2014. Desde el punto blanco, cobró un disparo que caprichosamente pegó en el palo y le impidió a su equipo levantar la Copa.
Dos torneos después, sufrió una lesión en su dedo cuando los rojiamarillos ganaban 1 por 0 en el Morera Soto el juego de vuelta de la final ante los alajuelenses.
Como los florenses se quedaron sin cambios, el jugador tuvo que quedarse en el campo de juego, ver la caída de su marco en el tiempo de reposición y posteriormente la victoria manuda en los penales.
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Cubero tenía cuatro finales perdidas ante Alajuelense, pero este sábado se sacudió con un buen accionar y un gol clave, cuando el reloj apenas marcaba el minuto 10 de partido.
El volante regresó al equipo florense para esta campaña después de su paso por el Blackpool de Inglaterra.
Al volver, tuvo la oportunidad de vestir la camiseta del Saprissa, pero al final se inclino por jugar con Herediano.
Aunque al principio resintió la falta de ritmo, luego empezó a tomar minutos, hasta que cerró la gran final como titular.